En el corazón de Querétaro se encuentra el Ex Convento de la Santa Cruz, un lugar que combina historia, espiritualidad y arte. Este complejo religioso, construido en el siglo XVII, no solo es un testigo de eventos históricos clave, sino también un punto de referencia para la cultura local.
La historia de este lugar se remonta al 25 de julio de 1531, durante la rebelión chichimeca, cuando la aparición de una cruz en el cielo marcó el cese de los conflictos. En honor a este evento, el templo comenzó a edificarse en 1654, bajo la iniciativa del franciscano fray José de los Santos.
El Colegio de la Santa Cruz, fundado en 1683 dentro del convento, se convirtió en un centro clave para la evangelización. Desde aquí, misioneros como el beato San Junípero Serra llevaron su labor hasta regiones tan distantes como Nueva España, Guatemala, y las Californias.
Durante su época de esplendor, el convento fue un pilar de la Provincia Franciscana, fomentando la creación de importantes misiones, como las de la Sierra Gorda y las de San Antonio en Texas, ambas reconocidas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
En el siglo XIX, el convento enfrentó cambios significativos debido a las Leyes de Reforma, convirtiéndose en cuartel militar y, posteriormente, en prisión para Maximiliano de Habsburgo durante el sitio de Querétaro en 1867.
Un Espacio con Nuevos Propósitos
En el siglo XXI, el ex convento recibió nueva vida al albergar el Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro (MACQ), convirtiéndose en un puente entre el pasado y el presente artístico de la ciudad.
Entre sus espacios destacados se encuentra el Patio de Aguas, donde las pilas utilizadas para uso doméstico en la época colonial son testigos del ingenio hidráulico del pasado. Este patio alberga un jardín único, con árboles cuyas espinas tienen la forma de una cruz.
Hoy, el templo y el ex convento de la Santa Cruz no solo son un símbolo de la fe y la resistencia histórica, sino también un espacio que celebra la cultura y el arte queretano.