Rusowsky: sonido más libre.

Por Alejandro Luján

Desde que apareció en la escena española, Rusowsky fue una rareza deliciosa. Su mezcla de bedroom pop, soul lo-fi y estética glitch lo volvió uno de los nombres más originales de su generación. Pero después de un par de años intensos, el productor y cantante se tomó una pausa.
Ahora, Rusowsky está de regreso y suena diferente, más emocional, más humano. Mantiene su toque experimental —ese que hace que cada canción parezca un sueño medio borroso—, pero ahora se nota un artista más maduro, que no solo juega con sonidos, sino con emociones reales.
Sus nuevos lanzamientos mantienen esa atmósfera íntima y flotante que lo caracteriza, pero con una profundidad que antes se intuía y ahora se siente. No busca encajar en la industria ni perseguir tendencias: hace música para sentirse bien, y eso se transmite.
Rusowsky vuelve a recordarnos que el pop también puede ser arte, y que no hace falta gritar para hacer ruido. A veces, los artistas más callados son los que cambian las cosas sin darnos cuenta.

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