¿Sabes cuál es el inicio de las pastorelas en Querétaro?

Todos hemos participado en al menos una pastorela. Ese viaje ficticio lleno de risas, nervios y disfraces improvisados, en el que niños de todas las edades se transforman en ángeles, pastores, animales, soldados, Reyes Magos y, claro, los emblemáticos personajes de las pastorelas: José y María. Es una tradición que nos recuerda las fiestas decembrinas y el espíritu comunitario que rodea la Navidad. Si alguna vez estuviste frente al escenario, con los ojos de tus padres observándote, sabrás lo que es luchar contra el pánico escénico mientras tratas de mantenerte en personaje, aunque las risas y los tropezones no sean del todo parte del guion.

No es extraño encontrar, cada diciembre, el anuncio de nuevas temporadas de pastorelas en los teatros o la invitación a presenciar una escenificación pública del nacimiento de Jesús. Sin embargo, ¿Desde cuándo existe esta tradición en Querétaro? ¿Cómo ha evolucionado con el paso del tiempo? Y, lo más interesante, ¿qué elementos han permanecido constantes a lo largo de los siglos?

Edgardo Moreno Pérez, en su libro Apuntes para una historia del teatro y las artes escénicas en Santiago de Querétaro del siglo XVI al siglo XIX (2006), ofrece una visión profunda sobre las transformaciones y permanencias de esta tradición, que ha jugado un papel esencial en la memoria colectiva de la región. Según Moreno Pérez, las pastorelas nacieron como un recurso didáctico utilizado por los evangelizadores para transmitir la historia bíblica a los pueblos originarios. Para ello, emplearon dioramas (maquetas con figuras humanas y de su entorno) y “cuadros vivos” que representaban escenas clave de la natividad y la llegada del Niño Jesús: J

Las primeras pastorelas en Querétaro se realizaron en los atrios de templos y parroquias, y pronto se extendieron a los barrios, donde se representaban con gran devoción y cuidado. Una muestra de la importancia de estas representaciones en la época es un documento del siglo XVII que menciona el pago de tramoya y trajes para la representación del “nacimiento de Nuestro Divino Salvador” en el convento grande de San Francisco, en lo que hoy es el Jardín Zenea de la ciudad.

En el siglo XIX, las pastorelas en Querétaro experimentaron un cambio importante. Se introdujeron actores profesionales, los diálogos se volvieron más estructurados y la narrativa adoptó una secuencia más dinámica. La primera pastorela registrada con estas características fue La noche más venturosa de Fernández de Lizardi. Además, otros libretos escritos por franciscanos y jesuitas mostraron cómo debía ser este teatro catequístico, que además de las representaciones de la natividad, incluía las tradicionales posadas.

Sin embargo, con la llegada de la modernidad y los cambios sociales derivados de las guerras, las pastorelas comenzaron a adoptar una nueva estética y función social. Como señala Moreno Pérez, después de la Revolución Mexicana, las representaciones empezaron a reflejar los conflictos sociales, como las luchas agrarias o los movimientos cristeros. Las pastorelas ya no solo se trataban de la historia bíblica, sino que también incorporaban mensajes políticos y una crítica mordaz al sistema, a menudo con un tono irónico y sarcástico.

Hoy en día, las pastorelas en Querétaro mantienen su carácter festivo y popular, pero con un giro hacia la crítica social. En lugar de centrarse únicamente en la historia sagrada, muchas de las representaciones actuales se enfocan en temas contemporáneos, como la pandemia del Covid-19 o problemas sociales y políticos. El lenguaje ha cambiado, adoptando un tono más picaresco e irónico, y en algunos casos incluso subido de tono, especialmente en representaciones más orientadas al entretenimiento.

 

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