
“A Real Pain”: El peso de lo que no decimos
- Arte, Cine, DestacadoB
- A real Pain, Jesse Eisenberg, Kieran Culkin
- febrero 12, 2025
En su segundo largometraje como director y guionista, Jesse Eisenberg nos entrega A Real Pain, una película que, bajo la apariencia de un viaje nostálgico.
Es en realidad una exploración sobre el dolor heredado, la identidad y los mecanismos con los que lidiamos con nuestras emociones.
La historia va sobre dos primos, Benji (Kieran Culkin) y David (Eisenberg), quienes viajan a Polonia para realizar un recorrido conmemorativo del Holocausto en honor a su difunta abuela. Lo que inicia como una experiencia compartida pronto se convierte en un enfrentamiento entre dos maneras opuestas de procesar el pasado: una, con cinismo y rebeldía; la otra, con incomodidad y rigidez emocional.
Eisenberg construye una historia en la que el humor y la tragedia coexisten de manera natural. Benji, con su actitud desenfadada y su tendencia a desafiar las normas, es el polo opuesto de David, quien reprime sus emociones en un intento por ajustarse a lo que se espera de él.
En el fondo, A Real Pain habla de esa carga invisible que llevamos y que muchas veces nos impide ser auténticos, ya sea por culpa, miedo o la imposición de un legado que sentimos que debemos honrar.
Lo que hace muy bien esta película es la manera en que retrata el dolor sin caer en la solemnidad extrema. A través de diálogos ácidos e irónicos y situaciones que van entre lo absurdo y lo conmovedor, la película nos recuerda que el sufrimiento no siempre se expresa con lágrimas, gestos grandilocuentes o secuencias memorables muy elevadas; a veces, se esconde en la ironía, en la autocompasión o en el silencio incómodo. La historia nos empuja a preguntarnos hasta qué punto nuestras heridas definen nuestra identidad y si alguna vez podremos liberarnos de ellas sin sentir que estamos traicionando nuestro pasado.
La química entre ambos actores es clave para que la relación entre sus personajes se sienta genuina, llena de resentimientos, pero también de un amor fraternal que, aunque complicado, sigue siendo el hilo que los mantiene unidos.
En última instancia, A Real Pain no busca dar respuestas fáciles sobre cómo enfrentar el dolor, sino que nos invita a aceptar que no existe una única manera de procesarlo.
Eisenberg nos recuerda que la verdadera carga no es solo el sufrimiento en sí, sino el miedo a mostrarnos vulnerables.
Y quizá, al final, lo que más nos impide ser nosotros mismos no es el peso del pasado, sino nuestra incapacidad de compartirlo con quienes también lo sienten.
