The Holdovers
- Cultura
- diciembre 16, 2025
Por Cristina Bautista
En medio de la presión navideña, entre las compras de regalos, entre los preparativos de comida y entre planes de reunión, la película The Holdovers (2023, Dir. Alexander Payne) se siente como un respiro. Es una película que no empuja a celebrar, sino a sentir. Que no exige estar bien, solo estar.

Tres personajes con poco (o mucho) en común
La historia reúne a tres personajes que, por diferentes motivos, se quedan en la escuela durante las vacaciones: Paul Hunham, el profesor gruñón con un corazón que no sabe cómo mostrar. Angus Tully, el estudiante que enfrenta un abandono silencioso. Y Mary Lamb, la cocinera que intenta sobrevivir a su propio duelo. No son personas que encajarían juntas en circunstancias normales, pero el invierno los obliga a convivir. Y en esa convivencia encuentran algo que el resto del año no se atreve a ofrecer: compañía sin expectativas.
La magia de The Holdovers no está solo en su ambientación setentera o en su luz dorada que parece envolverlo todo. Está en cómo muestra la incomodidad real de las fiestas: el miedo a estar solos, la presión por mostrarse felices, el duelo que a veces se esconde entre regalos. La película permite que los personajes sean imperfectos. Tristes. Enojados. Confundidos. Y aun así, juntos.
A lo largo de la historia, lo que empieza como una convivencia forzada se convierte en un pequeño acto de salvación mutua. No es amor romántico ni amistad idealizada; es algo más terrenal: gente cuidándose porque entiende lo que es sentirse fuera de lugar.

Por qué verla en estas fechas
Si las fiestas te emocionan, te abruman o ambas, esta película funciona como una pausa. Como un recordatorio de que no necesitas tener la vida resuelta para merecer compañía. Que a veces la familia se encuentra donde menos la esperas. Que sobrevivir un diciembre más ya es suficiente. The Holdovers es una historia sobre el frío, sí, pero más aún sobre el calor que las personas pueden ofrecer cuando nadie está mirando.



