La restauración duró dos años, y fue realizada por la Secretaría de Cultura del estado junto con el Instituto Nacional de Antropología.

 “Estaba en un abandono importante, además, tenía un deterioro mayor. En su momento el inmueble se evacuó para poder resguardar la seguridad de los niños, quienes tomaban sus clases en una escuela pública la cual albergaba el espacio. Durante los nueve años que estuvo en abandono, los problemas se fueron acrecentando: Había filtraciones de agua, humedad, todos los techos estaban apuntalados, por lo cual no se caían. Pero se realizó una intervención profunda de preservación de este patrimonio”, comentó  Paulina Aguado Romero, titular de la Secretaría de Cultura de Querétaro.

“En planta baja se rehabilitaron los pisos, pinturas en muros, plafones y cancelería; en planta alta se instaló un domo en el pasillo a base de cristal soportado por vigas de madera. También se instalaron dos elevadores; uno tipo tijera para 500 kilogramos y otro para ocho personas. Se realizó una intervención artística a un pergamino, y una escultura en el patio del acceso

Uno de los mayores rescates de este inmueble fue el de la  pintura mural que se halló bajo capas de pintura vinílica y de cal. Eran pinturas mural del siglo XVII, XVIII y XX”, destacó Paulina Aguado.